lunes, 30 de junio de 2014

La sombra. Parte 1.

June caminaba por los pasillos absorta de todo cuando Milo la sorprendió dándole un fuerte abrazo por la espalda, la primera reacción de June fue moverse para poder deshacerse de aquel abrazo.

-June -la voz de Milo hizo que parara repentinamente.
-Perdona no sabía que fueras tú.
-¿Es que tienes algún otro novio escondido por el instituto? -pregunto el chico divertido.
-No, solo a ti -June había pasado demasiado tiempo entrenándose para estar alerta. En sus misiones nocturnas de ladrona debía ser cuidadosa con todo lo que hiciera para no ser descubierta.

-Genial -el chico presionó los labios con los de su novia antes de poner rumbo hacia la salida.
-¿Qué haces esta noche? -preguntó Milo rompiendo el silencio.
-Em... mis padres quieren ir a cenar hoy así que lo dejamos para mañana ¿te parece?
-Genial -dijo el chico harto de excusas.
-Perfecto -dijo ella ignorando el tono sarcástico.
-No, estoy cansado de que siempre te surja algo cada día, mis padres quieren ir a cenar, mi prima se queda a dormir, me voy al cine, siempre tienes algo pendiente, empiezo a creer que no me quieres cerca.
-No es eso, es que... -por un momento pensó en contárselo todo, explicarle que sus noches estaban tan ocupadas siempre porque robaba aquello que un mafioso le ordenaba para poder saldar una deuda que dejó pendiente su madre al “desaparecer” pero sabía muy bien que nadie en su sano juicio la creería.
-¿Entonces qué es?
-Milo te quiero pero tengo miedo.
-¿De qué?
-Somos pareja y bueno... ese tipo de cosas... son nuevas y asustan -no sabía porque había utilizado una excusa tan tonta pero lo había hecho y parecía funcionar.
-Oh, pero June no tiene porque pasar nada, ven aquí tontina mía -lo brazos fuertes de su novio la rodearon con fuerza y se sintió a gusto.

Al llegar a su casa June se paró frente al espejo y clavó la vista en el colgante que tenía al rededor del cuello, era de plata y tenía forma de corazón Milo se lo había regalado cuando cumplieron un año juntos, en el interior había una foto de cada uno y tenía escrito ambos nombres. Dudó unos segundos si quitárselo, pero finalmente optó por dejarlo donde estaba. Subió las escaleras, entró en su habitación y leyó el lugar marcado, de nuevo el museo de artes Montgomery.
Esperó hasta que se hizo de noche y se vistió, como siempre, de negro. Se puso en camino ocultándose en las sombras. El museo estaba iluminado y muy bien vigilado, desde su posición pudo ver a tres guardas en un mismo pasillo de la planta de arriba. La policía sabía que la sombra atacaría una noche más, la verdad es que odiaba ese nombre pero cuando te consideran villano pocas veces puedes elegirlo tú mismo así que no tenía otra opción.
June se camufló entre la oscuridad y aguardó hasta que consiguió el acceso a una
pequeña ventana situada en el sótano, una vez dentro procuró que sus pasos fueran silenciosos y firmes, caminó por el pasillo con calma hasta llegar al tercer piso, allí se encontró el problema, uno de los guardas era James, el padre de Milo y eso le hizo replantearse el robo pero no podía echarse atrás. Su mano cogió una lata de gas lacrimógeno y la lanzó sin pensarlo. Se movía con agilidad entre los desorientados policías que se esforzaban por respirar entre tanta humareda, podía ver la gema tras el cristal de blindado a unos metros cuando un puño impactó contra su cara, todo daba vueltas entorno a June y el muchacho que le había pegado cargaba otro gancho que la tiró al suelo. June sintió el sabor metálico de la sangre en su boca pero no le importó, barrió al muchacho con sus piernas y este cayó. June se apresuró a recoger la gema rompiedo el cristal con un par de balas y guardarla en su bolsillo. Velozmente llegó a las escaleras de incendios, como escuchó voces procedentes del piso de abajo se dirigió a la azotea. Cuando abrió la puerta no encontró lo que imaginaba, cinco guardas estaban esperándola, dio media vuelta para intentar escapar pero el chico estaba delante de la puerta. Los guardas se acercaban y el muchacho también, su cara estaba cubierta por un antifaz negro que solo dejaba ver los ojos al igual que él de June.
-Ríndete -dijo de manera amenazadora.
-Jamás.
Utilizó todos y cada uno de los movimientos que conocía para deshacerse de los

guardas que lucharon con fuerza pero las patadas y los movimientos que la chica practicaba durante horas eran demasiados. Cuando tumbó al último guarda recordó al muchacho que seguía de pie delante de ella.
-Lo único que quiero ahora es meterte entre rejas, has hecho que mi padre quede como un idiota que no puede con una simple ladrona -el chico atacó con rabia contra June pero consiguió esquivar el golpe a tiempo.
-Esa no es mi intención.
-Claro que no solo te interesa robar.
-No.
El chico atacó con los brazos y June consiguió parar el golpe poniendo los brazos en cruz delante de su cara, le vio sonreír de manera perversa antes de golpearle el estómago y conseguir tumbarla en el suelo, se situó sobre ella impidiéndole escapar. Una de las manos del chico se situó en el cuello de June pero no lo presionaba con fuerza.
-La sombra ha sido vencida ¿qué se siente?
-No cantes victoria -soltó June sacando la daga escondida en la bota y cortando con el filo el antifaz del chico, este se echó hacia atrás y en sus dedos se quedó el collar de la misteriosa chica mientras caía el antifaz que cubría la cara de Milo. El mundo de June cayó a sus pies mientras con un rápido giro se alejaba del amor de su vida.
Corrió hasta su casa como una exhalación, sus ojos estaban llenos de lágrimas pero eso no la detenía cuando entró a su habitación lo vio estaba sentado sobre su cama y sujetaba el collar entre sus dedos.
-¿Qué tal ha ido la cena? -dijo sin levantar la vista del suelo.
-Milo yo... -cuando por fin la miró vio los daños en su cara y pensó que él era el culpable de que aquel rostro angelical estuviera en semejante estado.
-No entiendo el por qué June.
-¡Yo no lo elegí, esto me eligió a mí! -gritó la chica lanzándole un papel con las anotaciones.
-¿Qué coño es esto?
-Trabajo para la mafia.
-Ya claro.
-Mi madre dejó deudas pendientes y yo las estoy saldando -la cara del chico era un poema, era imposible que eso fuera verdad.
-Mientes.
-No te estoy mintiendo, trabajo para la banda de Cipriano.
-Ya.
-Es cierto.
-En ese caso tengo que llamar a mi padre, lo entiendes ¿verdad?
-Si lo haces matarán a mi madre.
-Creía que no había secretos entre nosotros.
-¿Eso qué más da? Te he contado la verdad ahora y no me crees, nunca has confiado realmente en mí.
-No te atrevas a decir eso -Milo se acercó a June con rabia.
-Es la verdad -los ojos de June estaban llenos de lágrimas, el chico que amaba iba a ser su perdición, eso la rompía por dentro y no podía evitar que saliera al exterior.
-Si lo de Cipriano es cierto ¿por qué no me lo habías contado antes?
-Porque tenía miedo... miedo a perderte y después de ocultártelo lo he hecho igual así que eso ya no importa.
El sol comenzó a iluminar ténuemente la habitación de June y un sonido en la planta de abajo les llamó la atención.
-¿Qué es eso?
-Un nuevo encargo.
Cuando llegaron a la puerta encontraron una carta, June la abrió delante de Milo para mostrarle las palabras escritas. El nuevo destino era Canterville una gran mansión a las afueras de la ciudad.
-¿Qué tienes que buscar allí?
-Al mediodía lo sabré.
-Esta noche hay una fiesta en esa casa, yo estoy invitado.
-¿Vas a llamar a tu padre?
-No, me acompañarás a la fiesta y conseguirás lo que sea que buscas y después de eso te marcharás de la ciudad para no volver jamás.
-¿Así que se acabó? ¿sin más?
-Nos vemos está noche -Milo salió de la casa sin contestar a las preguntas de June. Esta le siguió hasta que no pudo más y el chico desapareció sin decir nada.

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