domingo, 23 de marzo de 2014

Todo es fachada.

Albert había llegado tarde a casa, tenía la ropa rota. De su boca caía un hilo de sangre todavía fresca, a causa de no haber esquivado un par de golpes. Tenía el cabello revuelto a causa de la pelea y bajo su ojo derecho un gran moratón se dejaba ver. Intentó no hacer ruido mientras se curaba los nudillos en el baño frente al espejo. Tras poner su ropa en la lavadora se tumbó en la cama y Morfeo la atrapó con rapidez.
Por la mañana Albert notaba cómo le dolían las costillas de color morado y el labio hinchado que había quedado como secuela de la noche anterior. Otro día más debía llevar ropa oscura y parecer un mal chico para que nadie hiciera preguntas, salió de su habitación vio a su madre hablando por teléfono. Al ver las heridas en su cara no se sorprendió ya que creía que era un caso perdido igual que su padre.

Albert se preparó un bol de cereales y comenzó a desayunar sin ganas mientras repasaba mentalmente los resúmenes del examen que tenía a segunda hora.
-¿Qué excusa pondrás ahora? -preguntó su madre dejando el teléfono.
Mary Ann había crecido sin padre y había tenido que ayudar a su madre, privándose de una educación digna. Cuando conoció al padre de Albert este parecía un buen tipo y aunque nunca se habían casado se consideraban marido y mujer. Con el tiempo Frank empezó a acumular deudas a causa del juego, hasta llegar al punto de escapar dejando atrás a su mujer y a su hijo de tres años. Mary Ann salió adelante con Albert alejándolo de la mala vida todo lo que pudo. Cuando el pasado de su padre salió a la luz él estaba en el primer año del instituto, la cosa acabó con una nariz rota, para el chico que lo despreció y una gran reputación desfavorable para Albert.
-Ninguna, esta vez empecé yo -reconoció mientras se llevaba otra cucharada de cereales a la boca.
-Por fin algo de sinceridad.
-Siempre soy sincero contigo -Albert se levantó de la mesa y fue a su habitación haciendo caso omiso de las palabras de disculpa de su madre.
Salió de su casa y emprendió el camino hacia el instituto con tranquilidad, en el trayecto Albert reconoció a unos compañeros de clase pero al verlo ambos cruzaron de acera, los ignoró y continuó hacia delante. Todavía era temprano para entrar así que decidió esperar fuera hasta que la campana sonara. Le gustaba observar a las personas al llegar, sus actitudes eran tan distintas, algunas entraban alegres y charlaban con sus amigos, otras entraban con cara de sueño y su andar era lento, como intentando retrasar la tortura que ellos consideraban que era el instituto. Albert no pertenecía a ninguno de los grupos, él iba por libre. No le gustaba especialmente el instituto pero se sentía agradecido por tener una educación así que tampoco se podía decir que lo odiara. Cuando la campana sonó el muchacho llegó a su clase a la hora exacta, como de costumbre, tomó asiento y atendió a la clase hasta que tocó la campana.
Cuando el profesor de historia apareció Albert separó su pupitre y se preparó para realizar el último examen del primer trimestre. Anotó cada palabra que su mente recordaba y tras escribir la última se sorprendió de lo satisfecho que estaba a causa del examen.
La campana que iniciaba el principio del recreo y el fin de la clase hizo presencia y todos abandonaron el aula como una exhalación. Vio a muchos de sus compañeros salir de clase y llamar a sus padres para irse a casa, pero algo le
decía que debía quedarse el resto del día. Cruzó las pistas de fútbol mientras unos de primero jugaban con una pelota, se sentó en uno de los bancos y simplemente pensó con los ojos cerrados.
-¡Eh! -los muchachos llamaban a Albert para pedirle la pelota pero él no les escuchaba así que insistieron- ¡Eh!
Albert abrió los ojos y los observó
-¿Nos puedes pasar la pelota? -la voz del chico al reconocer a Albert se quebró, este se levanto y pateó la pelota hasta los muchachos que se lo agradecieron sin obtener respuesta así que continuaron con su juego.
Al volver a clase se sorprendió al ver que no había nadie a excepción del profesor.
-¿Estás solo? -pregunto mientras miraba con detenimiento los daños en la cara de Albert.
-Eso creo.
-En ese caso vamos a ver si hay más gente en otras clases- el profesor Haynes salió de clase con Albert detrás suya, al llegar a la clase continua esta estaba vacía por completo.
-Hola -procedente de detrás de Albert los sobresaltó.
-Hola...
-Zoey -contesta la chica con una sonrisa.
-¿Tampoco están tus compañeros?
-Venía a avisar de que hemos juntado todas las clases en la biblioteca.
-Oh genial, Albert ve con ella yo necesito un café -dijo el profesor antes de emprender el camino.
Albert siguió a la chica en silencio, por la cabeza de Zoey pasaban las imágenes de las heridas que acababa de ver en la cara del chico, en cambio por la cabeza de Albert le pasaron las imágenes de la noche anterior pero la que más le atormentaba era la de su labio sangrando, labio que hoy no tenía herida alguna.
Al entrar en la biblioteca los chicos se tensaron al ver aparecer a Albert por la puerta, Zoey se dirigió a la mesa junto a un grupito de chicas que cotilleaban sin parar. Albert se sentó en una silla algo incómoda y puso los pies sobre la que tenía delante adoptando una posición más relajada.
-Albert -el chico siguió la voz al igual que prácticamente todos los presentes- ¿quieres venir?
Le preguntó Zoey mientras las demás chicas le decían que lo dejara estar, no le hizo falta apellidarse Einstein para saber que no sería bien recibido por lo que negó con la cabeza y volvió la mirada al frente.
-¿Por qué insistes en hacerte ver como un chico duro?
-¿Qué te parece, porque lo soy?
-No lo eres, May me lo ha contado.
-¿May? -Albert estaba desorientado.
-Sí, mi hermana gemela -la puerta de la biblioteca se abrió y por ella apareció una chica igual que la que Albert tenía en frente, a excepción de que esta llevaba gafas y en su labio había un pequeño corte casi curado, pero al ver a Albert junto a su hermana los dientes de May presionaron sobre él y una pequeña gota de sangre resbaló por su barbilla.
-¡May! -la chica se acercó con lentitud hasta su hermana e intentó sin éxito no mirar al chico de su lado- ya puedes agradecérselo.
-Zoey -dijo la chica algo avergonzada.
-¿Qué? Mira Albert resulta que mi hermanita es muy callada, jamás me hubiera contado nada si no fuera porque la amenacé con contarle a mis padres lo del labio.
-Zoey.
-Te está sangrando el labio, ven conmigo -Albert se levantó de la silla y se llevó a May agarrada por la muñeca.
-¿Dónde me llevas?
-Al servicio.
Ambos entraron en el baño de chicas después de cruzarse en la puerta con dos chicas de un curso inferior que los miraron sorprendidas. Albert subió a May sobre el mármol sin problemas y cogió algo de papel, lo mojó y presionó con él el labio de la chica.
-Gracias, por lo que hiciste ayer.
Albert alzó su mirada a los ojos de la dulce e inocente chica que tenía delante, la única persona que al parecer no sabía nada sobre su oscuro expediente.
-May no soy un buen chico -el silencio inundó el lugar durante unos segundos..
-Mientes, un mal chico hubiera pasado de largo o se hubiera unido a esos cuatro tipos que acosaban a una chica desprotegida, tú te enfrentaste a ellos mira tu cara.
La mano de May acarició la mejilla de Albert antes de ser apartada con rapidez por la vergüenza que sintió.

Albert caminaba por la calle tranquilo, hasta que un grito lo alarmó, cuatro tipos rodeaban a una chica mientras bebían cerveza de una botella. El instinto de Albert le obligó a reaccionar y acudió a socorrer a la muchacha que tan asustada se encontraba .
-Dejadla en paz -les dijo Albert a los veinteañeros que tenía delante.
-¿O qué?-preguntó el cabecilla antes de coger la cara de la chica y darle un casto beso en los labios, está lo repudió y le contestó con una fuerte bofetada.
-Guarra -dijo antes de golpearle en la mejilla con fuerza. La chica cayó al suelo y se hizo un ovillo.
Albert aprovechó el desconcierto para propinar el primer golpe, después de ese vinieron muchos más procedentes de ambas partes pero el alcohol jugó de parte de Albert y tras un par de golpes estratégicos los cuatro tipos cayeron al suelo. Albert se sentía horriblemente mal sus nudillos estaban sangrando, su ojo hinchado y sus costillas dañadas, pero hizo un esfuerzo por parecer estar bien y ayudar a la chica.
-Hey -dijo poniendo una mano sobre el hombro de la muchacha.
-¡Aléjate de mí! -le gritó mientras propinaba un puñetazo que acabó en el labio de Albert. “Labio roto” añadió a su lista, antes de coger la mano de la chica y obligarla a rodear su cuello, pasó una mano por debajo de sus piernas y la levantó del suelo mientras la hacía recostarse sobre su pecho.
-¿Qué haces?
-Llevarte a casa -dijo Albert mientras caminaba mirando al frente”.

-Puedo ser como esos tipos.
-Eso no es cierto -Albert cogió la cara de May entre sus manos y la besó.
-Sí, puedo -se dirigió a la salida del baño con rapidez pero cuando estaba frente a ella los brazos de May le rodearon el torso haciendo que su cara se contrajera en una mueca de dolor a causa de los moratones que se extendían por su abdomen.
-¡No! Me niego a creerte -Albert sentía el llanto en su voz.
-Suéltame -eso hizo que May lo abrazara con más fuerza haciendo que su visión se nublara- May me estás haciendo daño.
La chica le soltó y Albert se apoyó en el mármol hasta que todo volvió a la normalidad. May se acercó y levantó la camiseta del muchacho con cuidado para poder ver todas las secuelas que le habían quedado por la pelea de la noche anterior. Al ver que la gran parte de su musculoso abdomen estaba morada soltó la camiseta y se tapó la boca con las manos horrorizada.
-Estoy bien.
-No lo estás -May se sentía fatal por ver como el chico que la había ayudado el día anterior se encontraba por su culpa- tendrías que ir al hospital.
-Tú lo has dicho tendría pero no lo haré, esto -dijo Albert levantándose la camiseta- es habitual en mí, mi madre no me ha preguntado por qué pasó me ha preguntado por la excusa que iba a poner.
-No te creo, mi cabeza... No puede creer que un chico que hace algo así por alguien a quien no conoce sea una mala persona.
Las lágrimas resbalaron por las mejillas sonrojadas de May mientras Albert la observaba sin saber cómo reaccionar.
-¿Cómo puedes hacer eso? -preguntó Albert acercándose a ella.
-¿El qué? - el chico limpió las lágrimas de May con el pulgar.
-Confiar más en mí que mi propia madre.
-Bueno mi familia tampoco es perfecta, ya conoces a Zoey.
Albert rió, por primera vez una sonrisa surcó sus labios en el instituto frente a alguien.
-¿Cuál es tu apellido?
-Gilbert.
-May Gilbert, eres la primera persona en este instituto que me ha sacado una sonrisa.
-Es muy bonita y deberías dejarla ver más.
-¿Qué haces después del instituto?
-Ir a casa, Zoey se va a comer con unas amigas y mis padres no están así que estaré solita ¿por qué?
-Bueno estoy enfadado con mi madre y no me apetece comer solo así que me preguntaba si querías venir a comer conmigo.
-¿Y si vienes a mi casa?
-Vaya yo no pensaba ir tan rápido -bromeó Albert mientras reía con ganas.
-Idiota, no me refería a eso -dijo May mientras golpeaba su hombro amistosamente.
-Me parece una buena idea.
Cuando volvieron a la biblioteca se sentaron juntos cosa que sorprendió a todos los presentes.
-May ¿qué ha pasado en el baño? -dijo Zoey delante de Albert mientras le pinchaba en la barriga con el dedo.
-Nada -contestó la chica avergonzada.
-Venga cuéntamelo.
-¿Por qué no la dejas en paz? -dijo Albert molesto.
-Es mi hermana.
-Eso no te da derecho conocer todos sus secretos.
-Porque tú lo digas, May habla.
-No es un juguete, tiene sentimientos y es horrible que la trates así.
-A ella no le importa ¿verdad?
May observó a Albert unos segundos, el tipo duro que la noche anterior la había llevado en brazos hasta su casa, que había sido golpeado por ayudarla y que ahora la estaba defendiendo le transmitía tanta seguridad que podía enfrentarse a lo que fuera.
-Pues la verdad es que sí me importa Zoey, no me gusta quedar en ridículo y además prefiero guardarme algunas cosas para mí.
-Avisa a mamá de que no iré a casa esta noche.
-Zoey... -May se sentí mal por haberle dicho esas cosas a su hermana pero también se sentía bien por haberle plantado cara.
-Se le pasará -dijo Albert intentando tranquilizarla.

Tras el final de las clases Albert y May fueron a casa de ella a comer y como había dicho con anterioridad esta estaba vacía. Hicieron pizza para comer y prepararon una película para ver después. Ambos se acomodaron en el sofá cerca pero no lo suficiente como para tocarse. La película la había elegido May pero era del repertorio de Zoey ya que era más amplio. Con el inicio de la película también empezaron los sobresaltos que hacían a May temblar y a Albert entretenerse.
-¿Quieres cambiar de película? -preguntó Albert al ver la reacción infantil de May que consistía en taparse los ojos o no mirar al televisor.
-No, a ti te gusta y no quiero que la dejes a medias.
-¿Y lo vas a pasar mal tú? Eso no es justo.
-No me importa -May mantenía los ojos cerrados cuando Albert se acercó a ella y le rodeó los hombros con el brazo.
-Ahora si tienes miedo puedes abrazarte a algo real para saber que eso sólo está en la pantalla.
Albert sonrió con dulzura a May antes de ser sorprendido por el beso que ella depositó en su mejilla con dulzura.
-Yo tenía razón, eres un buen chico.
-Te he robado un beso sin permiso ¿estás segura de que soy un buen chico?
-¿Cómo sabes que no era lo que yo quería? -Albert dudó ¿acababa May de darle a entender que le había gustado que la besara?

Albert acercó la cara a la de la chica y no pudo evitar sonreír al ver como ella cerraba los ojos y esperaba que sus labios se unieran, él no se hizo de rogar.

Por fin después de las vacaciones de navidad que pasaron juntos Albert pudo vestir con camisetas de colores y vaqueros claros sin que nadie sintiera la necesidad de preguntarle por heridas o daños.
La buscaba por los pasillos sin parar hasta que dio con ella.
-Hola, mi héroe.
-Hola, mi dama en apuros.
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Hello!!! Aquí os dejo el relato/historia paralela, lo pondré en las dos páginas ya que no es esencial para entender la historia, eso es todo.
Os quierooo!!!

2 comentarios:

  1. Mi nombre es Sam, tengo varias cosas y experiencias que quiero contarles. Tuve, tengo y creo que tendré una vida complicada, con sus altos y sus bajos pero aunque no sea una chica muy positiva sé que si me lo propongo puedo empezar y terminar cualquier cosa. Solo quiero que leas mi historia, algunas veces me querrás y otras odiaras pero... ¿qué puedo decirte?, no nací para gustarle a todo el mundo. Soy Sammantha Blair, y esta es mi historia...

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    1. Me he pasado por tu blog y la verdad es que me ha gustado mucho el primer capítulo, espero que pronto publiques otro :D

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