lunes, 13 de enero de 2014

Capítulo 13.

Sin poder evitarlo mis ojos se pierden en la nada y dejo de tener el control de mi cuerpo, solo de que puedo escuchar y sentir, los dedos de Evan cierran mis párpados y me impiden ver lo que pasa a mi alrededor, pero no me hace falta ver para saber que el chico que estaba llorando sobre mí ha ido a por venganza. La oscuridad asusta pero lo peor es no poder poner una imagen a todo lo que escuchas, golpes, goteos, gritos de dolor... todo a grandes cantidades. Tras unos minutos largos el silencio se apodera de la habitación, en ese momento vuelvo a notar el dolor en mi pecho es extraño, tengo la impresión de que la bala que había perforado mi corazón se mueve, siguiendo la trayectoria de entrada pero a la inversa. Siento como se desplaza lentamente en mi interior aunque desearía gritar no puedo pues nada responde a mis órdenes. Escucho el ruido de la puerta al abrirse y la voz de Brian me sorprende.
-No puede estar pasándote esto a ti, Lily -noto su mano sobre mi mejilla- todo es culpa mía, y no puedo vivir con ello.
¿Qué va a hacer?¿qué pretende?” quiero abrir los ojos decirle que yo soy la única culpable pero mi cuerpo no reacciona. Noto como el pecho me arde ¿impotencia?No. Es otra cosa. Como cuando intentas mantenerte debajo del agua demasiado tiempo esas ganas de respirar que te impiden estar sumergido más de treinta segundos. Eso es mi cuerpo me pide aire ¿por qué? ¿no estaba muerta? Es entonces cuando unas palabras sueltas martillean mi cabeza con mucha fuerza.
Vaya si que hace milagros la crema que te puse ya casi no se nota.
Tengo el don de la curación” Ambas frases las había dicho Evan pero no eran ciertas pues yo soy el secreto de los curamientos milagrosos yo soy la nueva elegida.
Al pensar esa última palabra mi cuerpo se alza del suelo en busca de aire, miro a mi lado y encuentro Brian con los ojos llorosos y cara de asombro.
-Brian pensaba que ibas a hacer alguna estupidez.
-Lilly, iba a hacerla ¿pero cómo?
-Ni yo lo sé, Brian necesito tu ayuda tengo que ver a Evan.
-Siempre Evan.
-Entiéndelo, le amo.


-¿Y qué pasa conmigo? Yo también te quiero -acerca la cara a mí y apoya su frente con dulzura sobre la mía
-Brian yo...
-Quiero saber lo que se siente -me besa y yo acepto el beso, nuestro primer y último beso.
-No se repetirá.
-Lo entiendo, Lilly -dice Brian muy serio- Evan...
-¿Qué? -digo- ¿¡Qué ha pasado Brian!?
-Se lo han llevado.
-¿A dónde?
-Chicago.
-¿Chicago?¿Por qué?
-Por lo que tengo entendido allí se encuentra “The Boss”.
-¿Me acompañas a Chicago?
-Será interesante.

Tardamos unas horas hasta llegar a Chicago y una vez allí tuve que insistirle mucho a Brian para que me rebelara donde se escondía “The Boss”, ya que insistía en que me estaba precipitando y que no tenía plan alguno.
-¿Qué piensas hacer una vez allí? -me pregunta por decimoquinta vez- Lilly, no puedes decir exijo que me devolváis a Evan, sí, como podéis ver no estoy muerta.
-No haría tal cosa, pero tengo mis dones de algo tienen que servir ¿no?
-Dones que no sabes utilizar.
-Pues practicaré.
-No es tan fácil, controlar un poder lleva su tiempo, ¿por qué no me dejas ir a mí? Yo intentaré convencerlos y traer a Evan de vuelta -Brian se esfuerza por ayudarme pero esto es algo que tengo que hacer yo por mi cuenta y aunque me cueste he de mentirle.
-Sí, tienes razón tú puedes entrar con mayor facilidad y lo más probable es que te hagan más caso.
-Gracias.
-¿Cuándo te iras?
-Por la mañana.
-Te ayudaré a preparar las cosas.
-No es necesario, creo que lo mejor es que vuelvas a Nueva Orleans -aunque sé que Brian no se merece que le traicione esta es mi oportunidad.
-Tienes razón debería volver, me iré de madrugada.
-Aunque creas que es una mala idea es lo más inteligente.
-Lo sé, iré a por la cena -salgo de la habitación del motel y me encuentro con una mujer alta con el cabello castaño.
-Disculpe.
-¿Tienes algún problema?
-Necesito que me haga un favor, ¿se haría pasar por mí mañana por la mañana?
-¿Qué? -pregunta muy extrañada.
-Es que... -derramo un par de lágrimas falsas y continúo hablando- tengo que seguir a mi novio porque creo que me está engañando y necesito que crea que me voy para saber si tiene una amante o de verdad se va a una reunión de trabajo cada dos semanas.
-Lo lamento mucho, sí te ayudaré.
-Oh, mil gracias le pagaré con lo que tenga se lo prometo.
-No es necesario pequeña, mañana fingiré que cojo un taxi para que crea que eres tú, yo estoy en la habitación 120 si necesitas cualquier cosa ven a verme.
-No sabe cuanto se lo agradezco.
-No tiene importancia y espero que sea por trabajo.
-Yo también, adiós.
-Adiós.
Me dirijo a un pequeño supermercado y compro algo de comida. Mientras me dirijo a la habitación 116 escucho un ruido detrás de la puerta y aguardo unos minutos antes de entrar.
-... Millennium Park el almacén cinco, lo recordaré.
Abro la puerta distraídamente y Brian cuelga el teléfono con rapidez, para no decir nada más, cosa que no importa ya que lo sé todo. Tras comer algo finjo quedarme dormida y Brian vuelve a llamar.
-Hola soy Brian -hace una pausa escuchando las indicaciones- a las diez en Millennium Park el almacén cinco, ¿el chico está ahí? ¿ha cantado? Dejádmelo a mí.
Esa última frase hace que me planteé si estoy haciendo bien en confiar en el chico que tengo a tres metros. Paso toda la noche despierta y hago una nota disculpándome por no haberme despedido para que parezca más creíble. La muchacha de ayer se asoma a la ventana y yo abro con cuidado de no hacer ruido, le entrego mi gorro de lana y me escondo un poco antes de que Mary cierre la puerta con fuerza y pase lentamente por delante de la ventana asegurándose de que Brian la ve. Una vez mi acompañante “me ve” subirme al taxi vuelve a la habitación y se mete en la cama.
Me pongo en camino y llego en diez minutos llego al Millennium Park, busco el almacén y entro en el sin pensármelo. Todo está oscuro y sucio, busco en la penumbra un interruptor y mis dedos no tardan mucho en dar con uno, cuando enciendo la luz veo a un chico sentado en una silla con la cabeza tapada y las manos atadas a la espalda. Me acerco corriendo y le retiro el saco de la cara, los rizos rubios caen sobre su frente gacha y no aguanto más tiempo sin verle esos oscuros ojos en los que me encanta perderme así que suelto sus manos con rapidez.
-¿Qué me haréis ahora? -pregunta retador.
-Besarte -digo arrodillándome y tocándole la mejilla. Evan levanta la mirada y me observa mientras las lágrimas se derraman de sus ojos una sonrisa aparece en sus labios y se lanza a mis brazos, me hace prisionera de su cuerpo.
-Lo siento -dice poniéndose serio.
-No, no pienso dejar que te auto-tortures.
-Fue culpa mía...
-Shh... lo único que importa ahora es que estamos juntos ¿entendido? -Evan asiente con tristeza en los ojos- Bésame por favor.
Evan acerca su cara con lentitud y me besa con pasión hasta que nos quedamos sin aliento.
-Debemos salir de aquí -dice Evan desconfiado. Cuando comenzamos a ir hacia la puerta esta se abre con un chirrido.
-¿A dónde vais tortolitos? -la mujer que tengo delante me resulta muy familiar ese cabello tan oscuro como la noche lo he visto antes pero no recuerdo dónde- ¿Lilly de verdad creías que sería tan fácil rescatar a las personas que quieres?
-No tengo a nadie aparte de Evan.
-¿Tan rápido te olvidas de Thomas? -un pinchazo de dolor se adueña de mi pecho y la reconozco.
-¿Dónde está, Grace?
-Me recuerdas -su mirada es fría y amenazante pero no aparto la mía- tienes agallas niña, traedlo.
Dos hombres traen a Thomas y a Brian que entra quejándose hasta que me ve.
-Te dije que me lo dejaras a mí -me ladra.
-¿Tú sabías que lo tenían a él? -le grito mientras señalo a mi hermano.
-Lilly -Thomas intenta venir hasta mí pero uno de los hombres lo mantiene bien sujeto.
-¿Qué queréis a cambio de la libertad de los tres?
-¿Qué estás...? -empieza a decir Evan.
-Pides mucho, pero qué te parece este trato ¿tú por la libertad y la seguridad de los tres?
-Acepto.
-¡No! -braman a coro las tres personas por las que estoy dispuesta a sacrificarme.
-Es mi decisión.
-Pues no se hable más.

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